No sabemos si es una política real o sólo un movimiento de marketing basado en la viralidad del vídeo, pero lo cierto es que varios medios, entre ellos El Mundo, se hacen eco de un estudio holandés que para evitar eso que los americanos han tenido a bien llamar “all nighters” (trabajar toda la noche) o “las horas extras indiscriminadas”; llegadas las seis de la tarde, elevan los escritorios hasta el techo, con los ordenadores incluidos.
Los escritorios se elevan gracias a un sistema de poleas y cables de acero, con capacidad para soportar el peso de la mesa y los objetos que sobre ella se encuentran, aunque no se aclara como se evita el balanceo lógico de una estructura suspendida.
La idea es evitar que en un trabajo creativo, el cansancio derivado de jornadas demasiado extensas, mine la creatividad o la productividad del equipo. Además como se puede ver en el vídeo el hecho de que se eleven las mesas permite disfrutar de ese espacio de trabajo como espacio “multiusos” una vez concluida la jornada laboral.
Personalmente, y teniendo en cuenta la cultura callejera que tenemos los latinos, especialmente aquí en el Sur donde el clima acompaña, no nos parece nada apetecible permanecer encerrados en el mismo espacio durante las horas de ocio, pero es cierto que para ocasiones puntuales puede ser de mucha utilidad.
En España, donde la extensión de la jornada hasta bien entrada la noche, es una práctica muy común, imaginamos que costará entender este concepto, pero lo cierto es que es una alternativa a barajar: trabajar de forma intensa durante la jornada y excluir a priori las horas extra para llegar a esa entrega que se resiste.
¿Qué pensáis?
Por nuestra parte, más allá de la posible crítica en torno a que el mundo creativo sea limitado a un horario tan exhaustivo, desde luego somos más que partidarios de que la jornada laboral se mantenga dentro de unos límites lógicos, con idea de fomentar la calidad de vida del equipo y así conciliar la vida personal como merece.
Como bien sabéis, la arquitectura es una profesión vocacional, y el que se dedica a este bello arte, es arquitecto las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Sin embargo, desde que iniciamos esta gran aventura llamada GANA Arquitectura, una de nuestras primeras premisas era huir de esa costumbre tan extendida en el sector (ya heredada del periodo de estudios) de que los fines de semana y las noches son parte de una jornada laboral casi ininterrumpida.
Desde nuestra humilde opinión, la clave radica en una organización adecuada, planificación y responsabilidad profesional. Esto es, tener claro los recursos con los que se puede contar en cada momento, saber atribuir las tareas bajo un estricto control de los plazos intermedios previstos, y la suficiente sensatez y sinceridad como para decir que no, cuando el plazo exigido sea imposible de alcanzar.
A partir de ahí, lo importante ha de ser siempre entender los proyectos como una enorme oportunidad para seguir aprendiendo, alcanzar nuevos retos, disfrutar del proceso y para satisfacer las necesidades de los clientes de la mejor manera posible.