Fotografía Jesús Granada
Rehabilitación Paisajística y Nuevos Accesos a la Alcazaba y el Teatro Romano. Málaga.
“Un límite no es aquello en lo que algo se detiene, sino que –como reconocían los griegos- el límite es aquello a partir de lo cual algo inicia su presencia”.
Martin Heidegger
‘Construir, habitar y pensar’, 1954
El borde, el límite. Puede ser una línea, una superficie, la nada, que separa dos centímetros, dos metros, o todo.
El borde cuenta casi siempre con ese privilegio que otorga lo ambiguo, lo dual, la transición entre una cosa u otra. Puede ser diferenciador, actuando como una barrera que separa dos entes unidos y a la vez separados, juntos pero no revueltos, desconectados únicamente por esa línea límite que los separa, o puede ser, un borde conector, de transición, cuya función no sea otra, sino que la de unir, suturar, dos entes a priori inconexos.
La arquitectura se enfrenta a menudo con situaciones de borde, donde el éxito o el fracaso del proyecto en sí dependen por completo del estudio, de la compresión de ese límite, y por lo tanto de la solución adoptada, en caso de ser necesario adoptar alguna solución.
De este modo, y gracias a la generación de unos caminos prácticamente tallados en la ladera, se consigue una actuación liviana, que enfrenta la rotundidad del monumento histórico con el vacío potenciado por la propia actuación. Acero corten, hormigón y tierra prensada son conjugados a modo de líneas topográficas, de marcas en el terreno que, sin ánimo de protagonismo, logran dotar de sentido y jerarquizar un vacío urbano que con el paso de los años se le ha resistido a la ciudad.
El espacio intersticial existente entre patrimonio histórico, naturaleza y ciudad queda potenciado con una actuación en la que se ha dado más importancia a lo que no se ve, que a lo que está. Vacío versus lleno. La recuperación de los perfiles originales, la plantación de vegetación autóctona y el paso del tiempo terminarán de suturar la operación.
He aquí un ejemplo de arquitectura de borde. Una solución que se diluye y esparce en los espacios intersticiales, que traspasa los entes y los conecta. Que permite que cada uno establezca los límites, las entidades, el problema, la solución.